
Apenas me dijo su nombre… lo asocie con la canción.
Apenas escuche su nombre … me imagine la letra del himno salsoso de Rubén Blades y Willie Colon. Ya la veía como una verdadera y original “candida niña de la sociedad”. Y porque no, si la estaba apenas conociendo, el beneficio de la duda por lo menos tenia que otorgárselo.
Para ser sincero, en verdad tenia un ligero toque de candidez en su sonrisa pero en estos días que mujer se vanagloria de eso. Podría ser picardía lo que reflejaba su boca, deseando entre sus labios que yo fuera su real “trompetista de la vecindad” con quien pudiera fugarse después de unos “acordes de cariño eterno” que le tocara. Podría ser que estaba aburrida de su entorno estirado y necesitaba contacto con la clase baja. Un buen perreo siempre le hace falta a esa clase de niñas lindas.
¿Que notas sonoras tendría que tocar para que se viniera conmigo?, para que se escapara esa noche y dejara “a su familia de la sociedad” y sus amigos. No soy trompetista soy un rookie escritor, si acaso lo quieren ver así, ese fue mi autentico dilema. Tendría que adaptar las sutiles notas de un instrumento de viento que ella podría estar esperando por prosa callejera, actual, prosaico que usualmente manejo en mis historias.
Tomando un poco de valentía la invite a bailar un merenguito ripiao, pero me dijo que no podía porque le dolían sus pies y se regreso a donde la esperaban sus amigas. En eso pensé mientras retornaba a mi lugar de origen:
- Rebotado de nuevo. No es novedad ya estoy acostumbrado, maldigo durante mi lento caminar hacia mi mesa. Miro al piso para tratar de no delatar este fallido movimiento, pero todo el mundo sabe que he fracasado, es demasiado evidente delante de un grupo de depredadores.
De lejos la seguía viendo:
- Coño Ligia Elena, yo puedo ser tu trompetista... “guevona”. Dame una oportunidad de tocarte esas notas que tanto te gustaran. Le grite a mi mayor tono posible, un grito gutural salido de las entrañas de mi alma. Lo malo es que nunca salio de allí, se quedo en puro pensamiento.
No pasan más de un minuto cuando ella voltea hacia donde me encuentro. Tomé el valor de picarle el ojo a distancia solo para ver si ocurre una reacción en cadena que permitiera un nuevo acercamiento. Me respondió con una sonrisa leve, como si me tuviera compasión, como si fuera una mascota herida o enferma. Otro fracaso, dos en fila - Esta va a ser una larga noche - .
Pero me equivoque, ocurrió ese milagro inesperado y repentino.
Me hizo una ligera y tímida mueca para que me acercará. Mientras me desplazaba retome mis pensamientos:
- Candida niña = tímida mueca; valido 100%. El balance se mantiene aún.
Y en eso me explicó:
- Los high hills me estaban molestando, pero una de mis amigas me presto unas sandalias que llevaba precavidamente en su bolso. Bolso no cartera, cual es la puta diferencia me digo.
- ¿High hills?, demuestro mi ignorancia y con cara de ponchao.
- Hellooou, calzado de mujer de tacón alto, Aclara.
- Ahhh, me mira mal por supuesto.
- Pero esta canción si la quiero bailar.
- No problem, para demostrar que si machuco el ingles.
Como supuse desde un inicio, comenzó el perreo cortesía de Franco y Oscarcito y su ya repetitiva Hacha. Se los dije, “a esas que dicen siempre que no les gusta el reggeaton, en el fondo lo que desean es un buen recoston”. Y si rima la frase, mejor aún.
Mis movimientos en la pista fueron estilo John Travolta venezolano, mezclando movimientos de Pulp Fiction, Be Cool y por supuesto Saturday Night Fever, todos en estilo reggeaton. Se podría llamar un perreo cinéfilo de altura. La tenia conquistada con mis pasos de alta clase.
- Ahora si Ligia Elena, ya soy tu Nacho Gamboa(1).
La seguí perreando y mientras le hablaba cerquita al oído. Me echaba sus cuentos y yo los míos. Era una competencia de mitómanos con un solo objetivo, la anotación final, gritar -> Scoooore !!. Marcar tu golazo.
Me fije que en su mesa estaban dándose duro con una botella de ron y a medida que iban bebiendo de sus tragos su comportamiento refinado venia descendiendo sin frenos como si vinieran por la bajada de Los Naranjos.
Hice el respectivo break fisiológico en vista a que debía cambiarle el agua al canario y me retire por unos minutos ya que la cola para el baño estaba atrinca, pero desde lejos la seguí observando en todo momento como lo hace Sting en Every Break you take. A la distancia y a esa altura de la noche aprecio su verdadero yo; ya la careta se le había caído. Su comportamiento marginal era demasiado evidente y como no serlo con esa clase de nombre, con el perdón de otras Ligia Elena, pero la verdad solo he conocido a una sola, a ella, la chabacana.
Cuando salí del baño cosa que trate de hacerlo lo más rápido posible ya que entendía que algo iba a pasar con ese grupo de mujeres durante mi ausencia, ocurrió el esperado show. Se formó la tangana con las mujeres amigas de Ligia Elena incluyéndola a ella como protagonista principal del incidente.
Esta es mi hipótesis del suceso paso a paso y visto a lo lejos:
1.- Llegaron unos machos que las conocían y saludaron a todas las integrantes que continuaban dándose duro con la botella del Caballito Frenao.
2.- Estas se pusieron cariñosas con los sujetos, sobretodo Ligia Elena con uno de los recién llegados. La muy perra muelera.
3.- Apareció la novia de uno de los susodicho, casualmente del que estaba hembreando(2) a Ligia Elena y se armo la tangana con trago de ron en la cara, cachetadas, etc. Nada como una buena pelea de mujeres, solo faltó el barro.
4.- Seguridad sacando a todo ese grupo de desadaptados del local.
Mientras tanto yo viendo el final del espectáculo desde primera fila.
En eso me vino a la mente la letra de la canción de nuevo.
“Se ha fugado con el trompetista de la vecindad”
Well, not tonight my friend Blades, not with me. I’ll be waiting for my real Ligia Elena.
Nota:
(1) Nacho Gamboa: Protagonista de la novela Ligia Elena de mediados de lo ochenta. Papel que realizo el autodenominado y eterno Galán de la Juventud – Guillermo Dávila.
(2) Hembreando: Dicese del arte de conquistar a una mujer pero en jerga underground y/o malandra.
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