
En los últimos tiempo he retomado el habito de la lectura entre otras cosas debido a que los especialistas afirman que el ser humano con la finalidad de mantener el continuo aprendizaje debería leer por lo menos dos libros al mes.
De allí que he estado leyendo bibliografía de todo tipo. Libros de relatos actuales basados en periodismo gonzo al estilo Hunter Thompson o Tom Wolfe, pasando por libros de actualidad sociopolitica, historias con toques de drama, pasión y algo de autoayuda, textos de consulta general de temas que me interesan investigar, etc. Bastante variado para ser sinceros. Pero me encuentro estancado desde hace casi dos meses en un libro pesado en su narrativa ya que maneja muchas fuentes bibliograficas, citas, fechas, personajes, pie de paginas; y trate de complementar la lectura refrescándola con una opción más ligera, fácil de leer, rápida y preferiblemente jocosa.
Alguien me había hablado del más reciente libro de Iván Loscher llamado: Ella era tan bella que levantaba sospechas; y me llamo la atención el titulo. En la radio vía a la oficina en medio de la cola habitual de todos los días escuche también que David Rondón (locutor de la Mega y Dj) hacia unas referencias a él. Apenas llegue obstinado a mi puesto por la endiablada cola producto de la lluvia, le dije a Yelitza:
- Yeli, creo que voy a comprar el libro de Loscher, escuche a David Rondón en su programa de la Mega recomendándolo.
- Yo se lo compre a mi primo. Me respondió rápidamente
- Y que tal?
- No se, lo esta leyendo.
- Considero que es lo que estoy buscando, además David no se puede pelar.
- Cómpralo entonces. Me expreso
- Tengo que leer primero de que se trata, pero Loscher que tiene como doscientos años al estilo Matusalén debe escribir como un verdugo.
- Nunca he leído algo de él. Acuérdate que es locutor, no escritor.
- Cierto, es así. Concluí
Ese fin de semana como ya se ha convertido en una religión después del almuerzo y del vaso gigante de café fui a una librería de estas que son una cadena nacional y se encuentran en todos los centros comerciales importantes del país a revisar libros en sus estantes. En eso vi una portada con un catirón, en tremenda falda ceñida al cuerpo y con una abertura gigante en la pierna, rostro de porcelana, labios sensuales, curvas por todos lados, mirada cautivadora. Me imagine por unos segundos que esa catira me llamaba…
- Edwin, ven revisa mi interior... te voy a gustar. Soy la solución a tu problema actual.
Coño…. Será que este catirón sabe lo que necesito leer. Vamos a inspeccionar su interior dije morbosamente. Cuando leí la portada, era el bendito libro de Loscher, tremenda casualidad. Pensé para mi consumo:
- Bueno bicho, si su libro se llama Ella era tan bella que levantaba sospechas, no iba a tener en la portada una foto suya como locutor sexagenario casi de geriátrico; no vendería ni 20 copias.
De allí que he estado leyendo bibliografía de todo tipo. Libros de relatos actuales basados en periodismo gonzo al estilo Hunter Thompson o Tom Wolfe, pasando por libros de actualidad sociopolitica, historias con toques de drama, pasión y algo de autoayuda, textos de consulta general de temas que me interesan investigar, etc. Bastante variado para ser sinceros. Pero me encuentro estancado desde hace casi dos meses en un libro pesado en su narrativa ya que maneja muchas fuentes bibliograficas, citas, fechas, personajes, pie de paginas; y trate de complementar la lectura refrescándola con una opción más ligera, fácil de leer, rápida y preferiblemente jocosa.
Alguien me había hablado del más reciente libro de Iván Loscher llamado: Ella era tan bella que levantaba sospechas; y me llamo la atención el titulo. En la radio vía a la oficina en medio de la cola habitual de todos los días escuche también que David Rondón (locutor de la Mega y Dj) hacia unas referencias a él. Apenas llegue obstinado a mi puesto por la endiablada cola producto de la lluvia, le dije a Yelitza:
- Yeli, creo que voy a comprar el libro de Loscher, escuche a David Rondón en su programa de la Mega recomendándolo.
- Yo se lo compre a mi primo. Me respondió rápidamente
- Y que tal?
- No se, lo esta leyendo.
- Considero que es lo que estoy buscando, además David no se puede pelar.
- Cómpralo entonces. Me expreso
- Tengo que leer primero de que se trata, pero Loscher que tiene como doscientos años al estilo Matusalén debe escribir como un verdugo.
- Nunca he leído algo de él. Acuérdate que es locutor, no escritor.
- Cierto, es así. Concluí
Ese fin de semana como ya se ha convertido en una religión después del almuerzo y del vaso gigante de café fui a una librería de estas que son una cadena nacional y se encuentran en todos los centros comerciales importantes del país a revisar libros en sus estantes. En eso vi una portada con un catirón, en tremenda falda ceñida al cuerpo y con una abertura gigante en la pierna, rostro de porcelana, labios sensuales, curvas por todos lados, mirada cautivadora. Me imagine por unos segundos que esa catira me llamaba…
- Edwin, ven revisa mi interior... te voy a gustar. Soy la solución a tu problema actual.
Coño…. Será que este catirón sabe lo que necesito leer. Vamos a inspeccionar su interior dije morbosamente. Cuando leí la portada, era el bendito libro de Loscher, tremenda casualidad. Pensé para mi consumo:
- Bueno bicho, si su libro se llama Ella era tan bella que levantaba sospechas, no iba a tener en la portada una foto suya como locutor sexagenario casi de geriátrico; no vendería ni 20 copias.
Me puse a hojear la contraportada para buscar referencia sobre que giraba la historia habían comentarios jocosos del Moscow Daily, Washington News, Osama Ben Landen, Eli Bravo, Cesar Miguel Rondon y del autor. Nada en concreto todo en broma. Leo luego la anteportada y nada, por supuesto. Leo el prologo, más joda de Kiko Bautista hacia su amigo “Ivanhoe”.
Comienzo a observar las paginas y veo que son historias cortas. Pero sigo deslumbrado por la portada y no le paro nada a ese aspecto. La catira no se me sale de la mente, aun me habla. Le muestro el libro a mi novia y ella me dice…
- Esa como que es Carol Ginter.
- Quien es esa?. Saco a relucir mi ignorancia en el tema.
- Una diseñadora de joyas, tiene unas cuantas tiendas.
- Coño, ta’ buena
- Es una bruja
- Porque bruja? Acaso tiene una verruga en la nariz?
- No te la estas buceando. Fíjate que es muy bonita y elegante. Acoto con seguridad, pero ya me había dado cuenta de eso muuucho antes.
- Que hará en el libro de Loscher?
- No se.
- Lo voy a comprar. Especifique
- En serio. Por que?
- No se, pero no creo que sea por la portada. Es un libro de Loscher. Dije. Debe ser bueno, complete la idea
Puras coba, seguía con la portada en la psique. En definitiva, adquirí el libro porque es bastante económico (más barato que el libro de Luis Fernández que si es un robo en todos los aspectos) y por su genial portada llena de imágenes impactantes, llamativas a lo lejos.. y más aun a lo cerca.
Al llegar a la casa comencé a leerlo y para mi sorpresa, el libro gira básicamente sobre las historias de este famoso locutor con diferentes personajes autóctonos del día a día asociado a la idiosincrasia del venezolano, separadas en secciones según una temática y con un formato de relatos cortos de no más de cuatro paginas. Eso si, es una lectura rápida, ajustado a lo que estaba buscando.
En una de sus secciones llamada: “Amor en tiempos de postmodernidad” se encontraba el capitulo que hacia referencia al sugerente titulo del libro. Tres paginas de un total de las doscientas más o menos que tiene el libro y la historia que plantea no levantó ninguna sospecha de que fuera buena, tan buena como la catira Ginter. Que decepción.
¿Es culpa de Loscher?. No creo, se valió de una estrategia superconocida de vender su libro con un titulo y portada elocuente así el contenido no tenga nada que ver con él a excepción de las tres pobres páginas.
¿Quien fallo en este caso?, yo como un aparente lector ávido, en vista de no dedicarle tiempo para hojear con precisión las paginas interiores y validar si se ajusta al tipo de lectura a la que estoy acostumbrado.
En resumidas cuentas, más vale el ingenio del Loscher por viejo que por diablo y es normal que siempre salga un pendejo a la calle. Ese día me toco a mí.